domingo, 28 de julio de 2013

213. LIPSA SÉPTIMA, AUSENTE de R. Taibo


No oiréis a ningún sabio hablar de Lipsa Séptima, ciudad sepultada por la arena durante casi dos mil años y de la que en breve no quedará nada. Allí, las principales leyes del derecho romano están grabadas punto por punto en las gradas del circo; hay escritos viejos aforismos en las estatuas de los dioses y secretos en las columnas del templo. No hay pared sin reclamo de algún comerciante de trigo o de sandalias, mezclado siempre con chismes sobre los vecinos de esta o de aquella casa. Lo que parecen ruinas no son más que palabras esculpidas sobre más palabras y vueltas de nuevo a reescribir, sin ningún orden.
En su día, a los cuidadosos trabajos para desenterrar la ciudad se sumó la no menos ardua tarea de entender qué había pasado, pues ¿por qué era imposible el silencio en esa ciudad? Se avanzó una hipótesis y se continuaron con las excavaciones. Quizás las paredes hablaban para tratar de compensar la falta absoluta de viveza en el foro y la incapacidad de los tutores para enseñar; una ciudad de amantes sin pudor y ciudadanos dispuestos a banalizarlo todo. La hipótesis resultó ser cierta: al excavar las tumbas –miles y miles- se comprobó que todas estaban vacías. Los arqueólogos entendieron que nadie había muerto en Lipsa Séptima porque era imposible vivir allí.
Por ello, dejaron que la arena del desierto volviera a cubrir su hallazgo, pues se trataba de una ciudad que no había existido nunca y la idea de sacar a la luz la nada les resultaba aberrante. Cuando Lipsa Séptima fue de nuevo imposible de ver, los historiadores se conjuraron para olvidar; fue su deseo que la tersa belleza de las dunas la cubra ya para siempre.


Seudónimo: R. Taibo

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