jueves, 10 de marzo de 2016

46. PEREGRINO. De Pistolita


Se ha ido mi hermano e intacta está la cama
solo hay algunos libros:
novelas baratas de ciencia ficción
y un breve poemario de Pablo Molinet.

La casa luce vacía, el silencio perfora los oídos,
el polvo desnudo fornica en la esquina
y el tiempo se desparrama y masturba los segundos.

Mi hermano de pie ante el umbral,
es un  viejo sucio y solitario;
golpea la puerta, arroja cajones,
escupe al cielo y su mirada es una puta puñalada;
la congruencia ha escapado por la ventana.

Tiene el doble de mis años quizá dentro de cuarenta
y entre los dos sumamos la edad al morir
del buen doctor Asimov.

Se ha ido mi hermano,
mi madre llora en silencio
y repite frases en una lengua extraña.

Una vecina llama a la puerta
ha visto a mi hermano en el parque,
está montado en un árbol
la sonrisa fulgurante seduce,
es un niño de cuatro años.

Saluda: extiende los brazos
y de un brinco abandona el árbol,
planea 
vuelo rasante,
se impacta en mis piernas y ríe.

Velo su sueño,
alejo a las pesadillas a patadas
y soplo hacia la ventana
un huracán de bolsillo.

Al alba se ha marchado
no tuve valor para la despedida
y mi madre acelera su muerte
a dentelladas.

Enterré a mi hermano
y antes de arrojarlo al polvo
horadé su cráneo,
le chupé el cerebro,
sabe a un triste recuerdo y pensamientos extraños.

Mi hermano abrió los ojos
y sonrió agradecido,
siempre atento y espontáneo.

Seudónimo: Pistolita

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