miércoles, 20 de julio de 2016

112. EL HOMBRE DE HOJALATA. De El señor Helecho


No es ninguna primicia anunciar que el hombre de hojalata más que dormir, en realidad, hiberna.  Lo que muy pocos saben es que para despertarse utiliza siempre la Primavera de Vivaldi. Y no porque tenga una radio-despertador en la humilde cabaña de madera en la que vive o porque le hayan grabado algún tipo de programa en sus primitivos circuitos (¿qué clase de estúpido puede creer hoy en día en la inteligencia artificial?), sino porque tiene un violinista en el interior de su cabeza que le recuerda que debe levantarse de la cama  y que durante el Verano debe dirigirse al bosque a cortar un árbol tras otro, sin que, en ningún momento, se pregunte porqué. Le fabricaron para cortar árboles. Igual que el violinista nació para tocar ininterrumpidamente las cuatro estaciones. ¿Qué clase de imbécil intentaría rebelarse contra su destino?
Siempre que el violinista interpreta el Otoño, llegan al bosque (que algunos llaman biblioteca) las lluvias y el hombre de hojalata vuelve a casa corriendo, para impedir que la lluvia le moje y se oxide, como ya le ocurrió una vez en su inexperta juventud. Hasta que no vinieron a rescatarlo, el violinista se quedó atrapado en un bucle de cuatro o cinco notas y se temió por su cordura.  Después de fumarse una pipa, junto a la chimenea encendida con los troncos que ha cortado, y antes de que empiece el último movimiento del Invierno, el hombre de hojalata se acuesta, se tapa hasta la barbilla y duerme. Lo que nadie ha averiguado todavía es si ronca.

Seudónimo: El señor Helecho

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