lunes, 26 de marzo de 2018

68. SUS DIENTES. De El Niño Cronopio



Sus dientes eran mi historia.
Su mordedura era hipnosis
de antropófagos motivos.
Mi herradura bastante convincente.
Mi crin de plumas y dioses.

Sangraban sus dientes redondos
ensalivados de azufre.
Y yo gritaba en delirio,
agonizando con furia.

Un día tomé sus libros de piedra
que murmuraban atajos
y sacudían hormigas,
y me fui al bosque a matar
cada una de sus presas.

Empecé con sus unicornios pálidos,
tan falsos y mentalistas.
Molí¬ sus huesos en vino
y me los bebí con su carne.
Después se fueron enanas
a las listas de desaparecidos,
y duendes de pobre ingenio,
y bohemias hadas verdes
de esperanza apuñalada,
y las brujas submarinas
que se ahogaban en tus jugos,
y las lobas con sus pieles
haciendo ojitos de lana,
y fantasmas del descuido,
y minotauras con miedo,
y cisnes de canto eterno.

Hacha tras piedra al zurrón,
entre acantilado y risco,
los fue perdiendo uno a uno
hasta que se abrió el silencio.
Sus dientes eran mi historia,
pero le daba otro giro.
Conseguí escribir renglones
bastante nuevos
en sus pupilas.
El terror le almidonaba por completo.

Pero sus dientes siguieron mordiendo,
adentro, llenos de rabia.

Y yo les di mi boca
por hacerles frente…
Seudónimo: El Niño Cronopio

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